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En Squmat sabemos que la rotura del ligamento cruzado es una de las lesiones más frecuentes (y temidas) de la rodilla, especialmente entre deportistas y personas activas.
Se trata de un desgarro parcial o completo de uno de los ligamentos que estabilizan la articulación y conectan el fémur con la tibia. En la mayoría de los casos afecta al ligamento cruzado anterior (LCA), aunque también puede comprometer el ligamento cruzado posterior (LCP).
Pero, más allá del dolor y la limitación funcional, esta lesión deportiva supone un reto importante en el proceso de recuperación. Sin un tratamiento adecuado, puede derivar en inestabilidad crónica, pérdida de rendimiento e incluso artrosis precoz.
Por eso, es fundamental saber cómo identificarla, qué la provoca y cuál es el tratamiento más eficaz, y de eso hablaremos en este artículo.
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TogglePor lo general, la rotura del ligamento cruzado se produce cuando la rodilla realiza un movimiento que supera la resistencia del ligamento.
Una de las causas son los cambios repentinos de dirección o los giros rápidos sobre una sola pierna, muy habituales en deportes como el fútbol, el baloncesto o el tenis. Esto está muy relacionado con las frenadas súbitas durante la carrera, sobre todo cuando se detiene de golpe el cuerpo con el peso apoyado en una sola pierna.
Por otra parte, los aterrizajes incorrectos tras un salto también pueden provocar el desgarro, ya que una mala técnica al caer provoca una tensión excesiva en el ligamento, que termina rompiéndose.
Además, los impactos directos y fuertes en la rodilla, comunes en deportes de contacto o en accidentes, y los desequilibrios musculares o una mala alineación articular aumentan considerablemente el riesgo de sufrir este tipo de lesión.
No obstante, aunque esta complicación suele asociarse a la actividad deportiva, lo cierto es que también puede ocurrir en la vida cotidiana: un golpe, una caída por las escaleras o un tropiezo en la calle pueden bastar para provocar una rotura.
Como cualquier lesión, la rotura del ligamento cruzado trae consigo una serie de síntomas, los cuales tenemos que saber identificar lo antes posible:
Ante la presencia de estos síntomas, hay que acudir cuanto antes a un fisioterapeuta o traumatólogo especializado. Un diagnóstico precoz, a través de exploración clínica y pruebas de imagen como la resonancia magnética, mejora el pronóstico y permite planificar el tratamiento más adecuado desde el inicio.
Al igual que ocurre con otro tipo de lesiones deportivas como los desgarros musculares, no todas las personas tienen el mismo riesgo de sufrir una rotura del ligamento cruzado, pues existen factores que aumentan las probabilidades de que surja.
En primer lugar, la práctica de deportes con giros, saltos o cambios de ritmo intensos, como el fútbol, el balonmano, el rugby, el esquí o el baloncesto, supone una exigencia elevada para la articulación de la rodilla, lo que los convierte en actividades especialmente lesivas para el LCA.
Además, la falta de fuerza en los músculos estabilizadores, como los cuádriceps, los isquiotibiales o los glúteos, reduce el soporte articular y deja la rodilla más expuesta a movimientos bruscos.
A esto se suman los posibles desequilibrios musculares o déficits de control motor, que dificultan el mantenimiento de una alineación adecuada durante el ejercicio y aumentan el riesgo de gestos inestables.
Por otro lado, haber sufrido lesiones previas en la rodilla también incrementa las probabilidades de recaída, especialmente si la rehabilitación no fue completa o se retomó la actividad demasiado pronto.
Finalmente, el uso de un calzado inadecuado o la práctica deportiva sobre superficies irregulares puede favorecer movimientos forzados o giros bruscos que comprometen la integridad del ligamento.
Conocer estos factores permite establecer una serie de medidas preventivas para reducir al máximo el riesgo de lesión, especialmente en deportistas o personas con mayor predisposición.
Prevenir una rotura del ligamento cruzado es posible con hábitos adecuados, una buena técnica y un entrenamiento específico. Algunas recomendaciones son:
La prevención, además de disminuir la probabilidad de sufrir una rotura, también mejora el rendimiento deportivo y la eficiencia del movimiento.
Vistos ya las causas, los síntomas y los factores de riesgo, lo siguiente es saber cómo se trata la rotura del ligamento cruzado, el cual dependerá del tipo de lesión, la edad del paciente, su nivel de actividad y sus objetivos.
Podemos distinguir entre el tratamiento conservador, es decir, sin cirugía, y el tratamiento quirúrgico.
En roturas parciales o en pacientes con menor demanda física, lo normal es adoptar un enfoque no quirúrgico basado en:
Esta forma de tratamiento puede ser suficiente para volver a una vida activa sin necesidad de cirugía.
En roturas completas o en personas que desean volver a practicar deportes exigentes, la opción más recomendada suele ser la reconstrucción del ligamento mediante cirugía. Tras la operación, el proceso incluye varias fases:
En todas las etapas, el papel de la fisioterapia y la readaptación deportiva especializada es fundamental para asegurar una recuperación completa, reducir el riesgo de recaídas y volver a la actividad con total confianza en uno mismo.
¿Te encuentras en fase de recuperación después de una cirugía? ¿Sufriste una rotura de ligamento cruzado y tienes miedo a recaer si entrenas? ¿Has perdido la forma física debido a esta lesión y quieres recuperarla?…
Sea cual sea tu situación, en Squmat encontrarás un gimnasio especializado donde, además de nuestros programas de entrenamiento personal, contamos con servicio de fisioterapia y rehabilitación deportiva para ayudarte a reponerte cuanto antes de tu lesión de ligamento cruzado.
Nuestro enfoque gira en torno a tu forma física actual, tus necesidades y tus objetivos, empezando por la valoración inicial de tu caso y acompañándote a lo largo de todo el proceso. Nosotros marcamos el camino, tú marcas el ritmo.
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CEO & Entrenador Personal
Especialista en salud con más de 10 años de experiencia en el sector. Mi objetivo es que sumes vida a los años a través de mis programas de entrenamiento de fuerza y pérdida de grasa, readaptación de lesiones y entrenamiento en personas de edad avanzada.